
Hola, soy José Manuel García, redactor de applex4. Os voy a contar lo que le pasó a un amigo mío.
Soy un fan de Apple desde hace años. Me encantan sus productos, su diseño, su calidad, su innovación, su ecosistema. Siempre estoy al día de las últimas novedades y actualizaciones de la marca de la manzana. Por eso, cuando vi que había una nueva versión de iOS disponible, no dudé en descargarla e instalarla en mi iPhone 15 Pro. Se trataba de iOS 17.3, una actualización menor que prometía mejorar el rendimiento, la seguridad y la estabilidad del sistema operativo.
Pero lo que no sabía es que esa actualización iba a convertirse en mi peor pesadilla. Tras completar el proceso de instalación, mi iPhone se reinició y… nunca más volvió a encenderse. La pantalla se quedó en negro, sin mostrar ningún signo de vida. Intenté pulsar los botones, conectarlo al cargador, conectarlo al ordenador, hacer un reinicio forzado, ponerlo en modo recuperación, ponerlo en modo DFU, restaurarlo con iTunes, restaurarlo con Finder, restaurarlo con un software de terceros… Nada funcionó. Mi iPhone se había convertido en un ladrillo inútil.
No podía creer lo que me estaba pasando. ¿Cómo era posible que una actualización oficial de Apple hiciera eso? ¿Qué había salido mal? ¿Qué podía hacer para solucionarlo? ¿Tenía alguna garantía o algún derecho como consumidor? ¿Qué iba a hacer sin mi iPhone, que era mi herramienta de trabajo, de comunicación, de entretenimiento, de todo?
Busqué en internet y descubrí que no era el único afectado por este problema. Al parecer, iOS 17.3 tenía un grave error que hacía que algunos iPhone no se encendieran después de la actualización. Según algunos usuarios, el error estaba relacionado con el chip U1, que se encarga de la conectividad ultra wideband, y que se sobrecalentaba y dañaba el hardware del dispositivo. Otros usuarios decían que el error tenía que ver con la batería, que se agotaba y no se podía recargar. Sea como sea, el resultado era el mismo: un iPhone inservible.
Apple se dio cuenta del problema y retiró la actualización de iOS 17.3 de sus servidores. También publicó un comunicado en su página web, pidiendo disculpas por las molestias y ofreciendo una solución. Según Apple, los usuarios afectados por este problema debían contactar con el servicio técnico de Apple o con un proveedor de servicios autorizado, para que les repararan o reemplazaran el iPhone sin ningún coste. Apple también dijo que estaba trabajando en una nueva versión de iOS 17.3 que corregiría el error y que estaría disponible pronto.
Yo seguí las instrucciones de Apple y me puse en contacto con el servicio técnico. Me atendieron muy amablemente y me pidieron el número de serie de mi iPhone. Me confirmaron que mi iPhone estaba dentro de la garantía y que podían repararlo o reemplazarlo. Me dieron una cita para llevarlo a una Apple Store cercana, donde me lo recogerían y me lo enviarían al centro de reparaciones. Me dijeron que el proceso podía tardar entre una y dos semanas, y que me avisarían cuando estuviera listo.
Así que eso hice. Llevé mi iPhone a la Apple Store, donde me lo revisaron y me lo sellaron en una caja. Me dieron un comprobante y me dijeron que esperara a que me llamaran. Me fui de la tienda con una sensación agridulce. Por un lado, me alegraba de que Apple se hiciera cargo del problema y me ofreciera una solución. Por otro lado, me entristecía tener que despedirme de mi iPhone, que había sido mi fiel compañero durante meses, y que no sabía si volvería a ver.
Mientras tanto, tuve que usar un iPhone antiguo que tenía guardado en un cajón, y que funcionaba con iOS 16. Fue como volver al pasado, a una época en la que no tenía las últimas prestaciones, las últimas aplicaciones, las últimas funciones. Me sentí como un extraño en un mundo que había cambiado mucho desde la última vez que usé ese iPhone. Me di cuenta de lo mucho que dependía de mi iPhone 15 Pro, de lo mucho que me gustaba, de lo mucho que lo echaba de menos.
Pasaron los días y no recibí ninguna noticia de Apple. Empecé a impacientarme y a preocuparme. ¿Qué estarían haciendo con mi iPhone? ¿Lo estarían reparando o lo estarían reemplazando? ¿Lo estarían haciendo bien o lo estarían haciendo peor? ¿Cuánto tiempo más tendría que esperar? ¿Qué pasaría si no lo arreglaban o si lo perdían? ¿Qué garantías tenía yo de que me devolverían mi iPhone en perfectas condiciones?
Decidí llamar al servicio técnico de Apple para pedir información. Me pidieron el número de comprobante y me dijeron que mi iPhone estaba en proceso de reparación, que habían detectado el problema y que estaban intentando solucionarlo. Me dijeron que no podían darme una fecha exacta de entrega, pero que me avisarían cuando estuviera listo. Me pidieron paciencia y comprensión, y me agradecieron mi confianza en Apple.
Así que no me quedó más remedio que seguir esperando. Seguí usando mi iPhone viejo, que cada vez me parecía más lento, más pequeño, más feo. Seguí viendo las noticias sobre Apple, sobre sus nuevos productos, sobre sus nuevas actualizaciones, sobre sus nuevos éxitos. Seguí sintiendo envidia de los que tenían un iPhone 15 Pro funcionando, de los que podían disfrutar de todas sus ventajas, de todos sus beneficios. Seguí deseando que me devolvieran mi iPhone, que me devolvieran mi vida.
Y por fin, después de casi tres semanas, recibí la llamada que tanto esperaba. Era el servicio técnico de Apple, que me decía que mi iPhone estaba reparado y que podía pasar a recogerlo por la Apple Store. Me dijeron que habían cambiado el chip U1 y que habían instalado la nueva versión de iOS 17.3, que ya no tenía el error. Me dijeron que habían probado el iPhone y que funcionaba perfectamente. Me dijeron que me disculpara por las molestias y que esperaban que estuviera satisfecho con el servicio.
No me lo podía creer. Por fin iba a recuperar mi iPhone. Por fin iba a volver a la normalidad. Por fin iba a ser feliz. Me fui corriendo a la Apple Store, donde me esperaba mi iPhone, reluciente y sonriente. Me lo entregaron y me lo desbloquearon. Lo cogí entre mis manos y lo abracé. Lo encendí y lo vi brillar. Lo probé y lo vi funcionar. Era mi iPhone, mi iPhone 15 Pro, mi iPhone querido, mi iPhone reparado.
Me sentí aliviado y agradecido. Le di las gracias al empleado de la Apple Store, que me sonrió y me dijo que disfrutara de mi iPhone. Le di las gracias a Apple, que me había solucionado el problema y me había devuelto mi iPhone. Le di las gracias a la vida, que me había dado una segunda oportunidad con mi iPhone. Salí de la tienda con una sensación de felicidad y de ilusión. Volví a casa con mi iPhone, con mi compañero, con mi amigo.
Y así termina mi historia con iOS 17.3, el día que mi iPhone dejó de funcionar. Fue una experiencia dura, difícil, dolorosa, pero también una experiencia de aprendizaje, de superación, de valoración. Aprendí a ser más paciente, más comprensivo, más humilde. Superé un obstáculo, un reto, una prueba. Valoré más mi iPhone, mi trabajo, mi pasión. Y sobre todo, valoré más a Apple, su servicio, su calidad, su innovación.
Apple es una gran empresa, que hace grandes productos, que ofrece grandes soluciones. Apple se equivoca, como todos, pero también se corrige, como pocos. Apple se preocupa, como nadie, por sus clientes, por sus usuarios, por sus fans. Apple es más que una marca, es una filosofía, es una cultura, es una forma de vida. Apple es Apple, y yo soy de Apple.
Saludos de Jose Manuel García.



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