
Me encuentro en el aeropuerto Adolfo Suarez de Madrid, más concretamente en la Terminal 4S y estoy esperando mi vuelo a (Barranquilla) Colombia. He sacado de mi mochila el MacBook Air M3 y lo primero que se me ha venido a la cabeza es lo poco que pesahasta el punto de pensar que casi no lo llevo encima. Me gusta ese detalle, no estorba, pero siempre está ahí cuando quiero escribir.
Algo tiene los aeropuertos que me inspira a escribir. Tal vez sea el continuo trasiego de personas y la de historias que habrá en todas esas gentes que se cruzan sinhablarse, o la simple sensación de estar de viaje. Acabo de sentarme frente al panel informativo esperando el aviso de la puerta de embarque, abro del MacBook Air ,conecto los Sony Mx4 y activo la cancelación de ruido … y ya estoy escribiendo.
Este MacBook tiene muchas cosas que me encanta: es rápido, silencioso, elegante. No importa que esté rodeado de ruido o sentarme en un lugar incomodo, la experiencia de escribir sigue siendo fluida. Las ideas fluyen mejor cuando no tengo que pelear con un pc incomodo, y eso es justo lo que pasa con este equipo.

Mientras, pasa el tiempo, ves pasar a personas de un lado a otro cargados de maletas, gente haciendo cola en la pequeña fuente de agua para llenar sus botellas para no tener que pagar un precio altísimo por un misero botellín y de repente casi sin darme cuenta ya tengo medio artículo escrito. Es un placer tener una herramienta que se siente tan natural, que acompaña mi ritmo sin interrumpirlo. A veces, solo necesito eso: un poco de tiempo, un lugar cualquiera, y mi MacBook Air M3.


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