
De la fidelidad al iPhone al salto inesperado
Llevo usando iPhone desde el 4s. Podría decir que he pasado por casi todos: 6, 7, X, 12… hasta llegar al último que tuve, el 15 Pro Max. Siempre me he considerado un usuario fiel de Apple, alguien que ha defendido la experiencia de iOS y que no se veía en otro sistema operativo.
Pero hace poco decidí dar un paso que nunca imaginé: compré un Samsung Galaxy S25 Ultra de 500 GB. Lo encontré a muy buen precio y me lancé, más por curiosidad que por necesidad.
El gusto por experimentar
Siempre me ha gustado cacharrear con diferentes dispositivos. Este verano, sin ir más lejos, he estado disfrutando de un walkie al que le cambié el firmware para convertirlo en una emisora de banda ciudadana y de un mini PC con Windows 11.
Mientras tanto, las filtraciones sobre el nuevo iPhone no dejaban de aparecer, pero me di cuenta de que lo que realmente necesitaba era un cambio de teléfono, y no precisamente de iPhone.
Decisión: Pixel 10 Pro o Galaxy S25 Ultra
Mi objetivo estaba en dos dispositivos concretos: el Google Pixel 10 Pro y el Samsung Galaxy S25 Ultra. Tras revisar infinidad de vídeos, finalmente me decidí por el modelo coreano.

Primeras sensaciones con el Galaxy
El inicio fue raro. Estaba tan acostumbrado al ecosistema de Apple que todo lo demás me parecía extraño y hasta lioso. Sin embargo, con el paso de los días fui descubriendo varias cosas:
- La pantalla es impresionante, más brillante y fluida que la del iPhone.
- La cámara me ha sorprendido, sobre todo el zoom. Apple hace muy buenas fotos, pero aquí encontré “otra cosa”.
- La rapidez del sistema. Android ya no es la “castaña” que era.
Lo que echo de menos
No todo ha sido perfecto. Echo de menos AirDrop, iMessage y la sincronización casi instantánea con mi Mac Studio, mi MacBook Air M3 y mi iPad mini 6. En este periodo de adaptación, tirando de mi NAS Synology (donde, por cierto, sus apps van más fluidas que en el iPhone), he encontrado alternativas para no depender de iCloud.

No es traición, es descubrimiento
Después de tantos años con iPhone, cambiar a un Galaxy no ha sido una traición, lo llamaría un descubrimiento. No sé si volveré algún día al iPhone —probablemente sí, porque sé lo que ofrece—, pero por ahora estoy disfrutando de esta experiencia distinta.
Y lo mejor: mi hijo también está feliz disfrutando del iPhone 15 Pro Max que heredó de su padre.
Todo queda en casa.


Deja un comentario