
Jony Ive, el genio que dio forma a los productos más icónicos de Apple, está de vuelta en los titulares. Desde hace meses trabaja junto a Sam Altman, CEO de OpenAI, en un proyecto tan misterioso como ambicioso: un dispositivo de inteligencia artificial que no se parece a nada que hayamos visto antes.
Pero según varios informes, ese sueño —que muchos describen como el iPhone de la era de la IA— se ha encontrado con tres grandes obstáculos. Y no hablamos de simples retrasos de calendario: son desafíos que podrían poner en jaque toda la idea.
Expectativas vs. realidad: lo que Jony Ive busca con su dispositivo de IA
Cuando se supo que Jony Ive y Altman estaban colaborando, el hype se disparó.
La idea era crear un nuevo tipo de dispositivo, completamente distinto a un teléfono, unas gafas o un reloj. Algo que se sintiera más natural, más humano, más… Jony Ive.
Sin embargo, según un informe del Financial Times recogido por 9to5Mac, el proyecto se ha ralentizado por tres motivos muy concretos: potencia insuficiente, dilemas de privacidad y la personalidad del asistente de IA. Tres piedras en el camino de un invento que podría marcar una nueva era.

1. El poder de cómputo: el músculo que la IA aún no tiene
El primer problema es puramente técnico.
OpenAI necesita una cantidad descomunal de potencia para que ChatGPT funcione, y llevar ese nivel de procesamiento a un pequeño dispositivo portátil es casi ciencia ficción.
Si el objetivo es tener un asistente de IA que piense, escuche y responda en tiempo real —sin depender todo el rato de los servidores—, la tecnología actual todavía no llega. Y sin ese “músculo”, el proyecto se queda en un bonito concepto con muy pocas piernas.
2. Privacidad: el reto del “siempre encendido”
El segundo obstáculo tiene que ver con la privacidad.
El supuesto dispositivo de Jony Ive IA estaría diseñado para estar siempre activo, con micrófonos y sensores listos para analizar tu entorno y anticiparse a tus necesidades. Suena útil… pero también un poco inquietante.
Apple ya tuvo su polémica cuando se descubrió que contratistas escuchaban grabaciones de Siri. Si Ive y OpenAI quieren evitar ese mismo error, tendrán que reinventar cómo una IA escucha sin invadir.
Un equilibrio tan fino que puede marcar la diferencia entre la confianza o el rechazo total de los usuarios.
3. Personalidad de la IA: entre lo útil y lo incómodo
Y aquí viene el punto más humano del proyecto: ¿cómo debe comportarse la IA?
El equipo, según filtraciones, sigue sin ponerse de acuerdo sobre la “personalidad” del asistente. No quieren un robot frío y distante, pero tampoco una especie de “pareja virtual con complejo de terapeuta”.
En otras palabras, buscan una IA con empatía, pero sin caer en lo raro. Que sepa cuándo hablar y cuándo callar. Y eso, para ser sinceros, es más difícil que diseñar un iPhone desde cero.

Un dispositivo sin pantalla que rompe las reglas
Altman ya ha confirmado que no será un teléfono, ni unas gafas, ni un reloj.
Algunos renders generados por IA lo imaginan como una especie de “guijarro inteligente”, un objeto pequeño y sin pantalla que se comunica contigo mediante voz y sensores.
En un mundo donde todos miramos pantallas 200 veces al día, Ive quiere justo lo contrario: devolvernos la atención al entorno. Una idea preciosa, sí, pero también muy arriesgada. ¿Están los usuarios preparados para un gadget que no puedan mirar?
Jony Ive IA: ¿revolución o experimento fallido?
Lo que está claro es que si Jony Ive logra superar estos tres desafíos, no estaremos ante un producto más, sino ante una nueva categoría tecnológica.
Desde el iPhone, nadie ha cambiado realmente la forma en la que nos relacionamos con la tecnología. Este dispositivo podría ser el primer paso hacia esa nueva era de interacción más natural, más discreta y menos dependiente de pantallas.
Pero también puede pasar lo contrario: que el proyecto se quede atascado y nunca vea la luz. Y eso sería una lástima, porque si algo necesita la industria ahora mismo, es justamente una sacudida de imaginación.

Mi sensación personal
A mí, sinceramente, me encanta que Jony Ive siga siendo ese loco brillante que no se conforma. Podría estar diseñando tazas de cerámica minimalistas y vivir tranquilo, pero no: sigue intentando redefinir la tecnología a su manera.
Puede que este dispositivo de IA no llegue pronto, o incluso que nunca llegue. Pero me quedo con la idea de que todavía hay gente que se atreve a soñar con lo imposible. Y si alguien puede convertir un concepto así en algo real, sigue siendo él.


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