
Han pasado quince años desde el famoso Antennagate, y todavía se recuerda como uno de los tropiezos más sonados de Apple. Ese momento en el que el iPhone 4, el móvil más bonito del mundo, se quedaba sin cobertura con solo cogerlo con la mano.
Aquello costó a Apple unos 175 millones de dólares y una buena dosis de críticas, memes y frustración. Pero lo más loco de todo es que el problema no estaba solo en la antena… sino en 20 bytes de código.
El iPhone 4: belleza con truco
En 2010, el iPhone 4 era el teléfono que todos querían. Diseño de cristal, marcos metálicos, y esa sensación de tener el futuro en la mano. Pero el marco también era la antena, y ahí empezó la pesadilla.
Miles de usuarios notaban cómo la señal caía solo con sujetarlo. Steve Jobs, fiel a su estilo directo, soltó una frase que ya es historia:
“You’re holding it wrong.”
— “Lo estás sujetando mal.”
Vamos, que el problema eras tú, no el iPhone.

El bug que nadie vio venir
Durante años se pensó que todo era culpa del diseño, hasta que el desarrollador Sam Henri Gold descubrió algo inesperado: el sistema que mostraba las barras de cobertura tenía un error de cálculo.
El iPhone interpretaba la señal de forma demasiado optimista. Mostraba cinco barras cuando, en realidad, la cobertura era mucho más débil. Así que cuando la señal bajaba un poco, parecía una caída catastrófica. En realidad no lo era, pero el software dramatizaba el problema.
Apple corrigió ese error con una actualización, ajustando cómo se mostraban las barras. No arregló la antena, pero redujo el pánico. Y eso, al final, fue suficiente.

Apple, la comunicación y los errores
El Antennagate fue una cura de humildad. Apple aprendió que la perfección absoluta no existe, y que cuando las cosas fallan, lo mejor es hablar claro.
En aquel momento intentaron taparlo con fundas gratis y discursos técnicos, pero la realidad es que la gente quería una explicación sencilla. Algo como: “Sí, nos equivocamos. Lo arreglamos.” Punto.
Desde entonces, Apple ha gestionado mejor sus crisis. Lo vimos con el “Bendgate” del iPhone 6, los teclados mariposa o los sobrecalentamientos del iPhone 15. Ya no se esconde tanto. Asume, corrige y sigue adelante.



Una historia que humanizó a Apple
Hoy, 15 años después, el Antennagate ya no se ve como un fallo, sino como una historia curiosa. Un recordatorio de que incluso las grandes empresas tropiezan. Y, a veces, los errores más pequeños —como 20 bytes de código— son los que dejan las lecciones más grandes.
Porque al final, la perfección tecnológica es solo una meta. Lo importante es seguir aprendiendo, corregir rápido y, sobre todo, no decirle nunca más a un usuario que “lo está sujetando mal.”


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